Saturday, March 21, 2009

2009.03.39

Anton Powell, Virgil the Partisan: A Study in the Re-Integration of Classics. Swansea: Classical Press of Wales, 2008. Pp. xi, 309. ISBN 9781905125210. $69.50.
Reviewed by: Román Facundo Espino, Universidad Nacional del Sur (rfespino@yahoo.com.ar)

[Table of contents provided at the end of the review.]

La obra de Virgilio ha llegado a ser, en muchos sentidos, el hilo conductor de una laberíntica historia de lecturas a menudo discordantes, en sí misma objeto de lecturas.1 Desde mediados del siglo XX, simplificando, la crítica virgiliana está signada por dos posiciones interpretativas contrapuestas: la historicista y la pesimista, generalmente atribuida a la llamada Escuela de Harvard. Comprender el libro de Powell (P.) requiere tener en cuenta estas posturas, frecuentemente polémicas.

Según el autor, la resistencia a reconocer tendencias pro-augústeas en Virgilio, y el extendido desconocimiento del contexto en que escribió, son determinantes a la hora de negar lo que constituye su tesis, a saber: "[T]he poet had an intention to defend the cause of Octavianus-Augustus, and this intention was largely responsible for the conception of the Georgics and Aeneid and of much in the Eclogues" (5). Una precisión metodológica acompaña esta postura: los poemas de Virgilio no deben ser interpretados aisladamente ya que por sus conexiones estructurales conforman una oeuvre unitaria. Más aún: esas conexiones atañen no sólo a mecanismos de alusión y trasvase propios de los recursos formales de la literatura helenística, sino sobre todo a la política romana contemporánea: la causa de Octaviano devino el leitmotiv unificador de la poesía de Virgilio. Es necesario que "the study of genre, of poetic architecture and of political history go instructively together" (5). La "reintegración" a que hace alusión el título del libro apunta a la re-inserción del proyecto poético virgiliano en el contexto político e histórico de Roma en el siglo I a.C.

La interpretación historicista de P.2 depende específicamente del recurso a prosistas cronológicamente cercanos a la época augústea, y mayormente desconocidos o eclipsados por la versión, ahora canónica, de Syme: Suetonio, Apiano y Dión Casio. El lector moderno seguramente consideraría a Marco Antonio el enemigo par excellence de Octaviano. Sin embargo, los prosistas señalan que en el período anterior a la decisiva (aunque poco estudiada) batalla naval de Naulochus, del año 36, otro enemigo amenazaba el horizonte militar y la popularidad de Octaviano: el hijo de Pompeyo, "whom we now call, in accordance with victorious Augustan usage, Sextus Pompeius" (16). La prominencia de Antonio es un producto del discurso oficial de los años veinte, respuesta indirecta a los valores populares que Sexto continuaba representando en la memoria popular. La hipótesis más importante de P. es que entre los años 42 y 36, este oscuro personaje "enduringly damaged the future emperor's reputation and his prospects. The structure of much of the Eclogues, and of the Georgics and Aeneid will be presented as responding to problems raised by Octavian's failings against Sextus" (18).

Virgil the Partisan construye una interpretación alegórica de la poesía virgiliana. La obra está dividida en dos partes dispuestas estratégicamente: Studying Virgil and the established partisan: The Aeneid incluye cinco capítulos sobre elementos temáticos y estructurales de la Eneida, especialmente de sus primeros seis libros, mientras Partisan in the making: The Eclogues and Georgics, abarca sendos capítulos sobre los poemas iniciales de Virgilio.

Toda lectura alegórica responde a un mecanismo: en este caso, todo elemento de la oeuvre remite a un evento, proceso o personaje histórico. Así, en el capítulo 2, "The theft of pietas", P. sostiene que, a pesar de su cristianización, el concepto reviste en Virgilio un significado peculiar: la subordinación de los dioses a los detentadores mortales de esta virtud. Eneas es el hombre pius por excelencia; según la moral aristocrática romana, las virtudes circulaban hereditariamente: los Iulii, descendientes del héroe, debían ser pii. La pietas caracterizaba al futuro Augusto? Considerando el primer símil de la Eneida, se puede ver a Octaviano en este pietate ... gravem virum? P. considera muy posible tal identificación.

Durante las guerras civiles, las facciones en pugna intentaban, y por varios medios, erigirse ideológicamente en modelos de virtud. Lo sorprendente del énfasis virgiliano es que las proscripciones y matanzas decretadas por los triunviros representaban lo opuesto a la pietas. De la lectura de los prosistas se desprende que, en el mundo romano, pietas se aplica al ámbito familiar, y especialmente a la relación entre hermanos y entre padres e hijos: la acción de los triunviros podía ser presentada positivamente, en tanto acción debida a la memoria de César (en este caso, a través de su hijo adoptivo), pero tanto Dión como Apiano registran el descontento y la oposición suscitados por los asesinatos políticos, y Suetonio afirma que Octaviano fue más severo que Antonio y Lépido en la prosecución de las represalias y proscripciones: el contraste inconciliable entre la lealtad familiar del divi filius y las pietates de las familias de los proscriptos representaba un problema aparentemente insoluble para la ideología pública del futuro autócrata. A este respecto, los prosistas también recalcan la primacía militar y moral de Sexto Pompeyo: además del favor popular de que gozaba y de que era conocido nada menos que como magnus pius, la firma del tratado de Miseno evidencia su poder (especialmente naval) en su enfrentamiento con Antonio y Octaviano: éstos debieron no sólo aceptar la vuelta de los exiliados, sino también devolver parte de las tierras confiscadas. El año 40 es paradigmático en este sentido: "Octavian had feared to make war simultaneously against Antony and Sextus, and so had married Scribonia, an overture towards Sextus since Scribonia was the sister of Sextus' right-hand man, Scribonius Libo" (71).

Sexto Pompeyo, asentado en Sicilia, devino el principal protector de los proscriptos: mientras Octaviano decretaba la muerte de ciudadanos romanos, Sexto los acogía. En la Eneida, Virgilio construye una respuesta a este problema del pasado de Octaviano: su aparente carencia de pietas frente a este magnus pius. Eneas, antecesor y símbolo de Octaviano, pius por antonomasia, es la clave de esta solución: "Virgil gently gives to murder its imaginative underpinning. The poet takes the very virtue that was held up popularly against Octavian, and seeks to make it his title to rule" (77).

El capítulo tres, "Recovering Sicily", interpreta las versiones de Sicilia en los libros III y V de la Eneida, doble visita sin precedentes en el material mítico que ha suscitado un cierto estupor entre los críticos. Una vez más, P. analiza ambos episodios por referencia al contexto histórico: que Eneas no enfrente a Escila permite a Virgilio evitar al ancestro de los Iulii una posible pérdida de hombres y naves que despertaría en su audiencia el recuerdo de los problemas reales de Octaviano en su enfrentamiento con Sexto Pompeyo, cuyo principal baluarte se encontraba en la isla. De la misma manera, el uso reiterado de palabras con la raíz fug- (fuga, fugere), es otra compleja respuesta de Virgilio a un punto oscuro en la reputación de Octaviano: las versiones, recogidas por los prosistas, según las cuales durante la batalla de Philippi había huido de la lucha, conducta que se habría reiterado en otras ocasiones vinculadas con Sicilia (en las batallas de Scyllaeum y Tauromenium, en las que fue derrotado por Sexto Pompeyo). Por otra parte, P. vincula la celebración de los juegos en honor de Anquises y los augurios con los presagios celestes acaecidos en ocasión de la muerte (histórica) de Julio César, según un esquema de identificación entre ambos y, por consiguiente, entre Eneas y Octaviano. El sentido simbólico de la isla tenía relación directa con el pasado inmediato de la audiencia romana de la Eneida: durante seis años Sicilia había sido el principal bastión de la oposición a Octaviano, y desde ella se había organizado el bloqueo que había provocado la hambruna en Roma: "For the poet to have ignored such thoughts, not to have integrated them into the effect he contrived, would have been to allow them to interfere, to act as distraction. Rather, Virgil put contemporary memories to positive use" (128).

Las emociones y comportamiento sexual de Eneas, elementos centrales en el debate crítico de las últimas décadas, constituyen el punto de análisis del capítulo quinto, "Aeneas, sex and misery". Tomando en cuenta las fallidas relaciones de Eneas con Dido y Palante, P. afirma, en concordancia con los críticos "pesimistas", que "Virgil's eroticism in the mortal sphere is reserved for contexts of misery and death" (151): sólo tres veces en el poema se asocia a Eneas con laet-. Los paralelismos con Niso y Euríalo, y los versos 42-43 del libro XI (Tene... miserande puer, cum laeta veniret invidit Fortuna mihi...?) son interpretados por P. como evidencia de una relación homoerótica entre Eneas y Palante: los libros 7-12, desde esta perspectiva, devienen la historia de un amor frustrado, a partir de los cual se explicaría la enigmática invocación a Erato, musa de la poesía amorosa, en el segundo proemio de la Eneida.

La lectura alegórica de P. se aparta de la interpretación "pesimista" a partir de aquí: si Eneas se muestra reluctante en la demostración de sus sentimientos por Palante se debe al contraste entre un sentimiento semejante y la actitud (histórica) de Augusto como promotor del matrimonio y las familias numerosas: habría aceptado Octaviano que se vinculara a su ancestro con un "amor griego", en una época y un contexto en que las relaciones homosexuales y el afeminamiento eran considerados negativamente? Según P., tanto Julio César como su hijo adoptivo fueron objeto de burla en este sentido, especialmente Octaviano (de acuerdo con Suetonio: Sextus Pompeius ut effeminatum insectatus est). Virgilio habría proporcionado una solución indirecta, ya que "It was the pain of his love for Pallas which led Aeneas to that consummation of traditional manhood: slaying the enemy's champion in battle" (167). A esta interpretación debatible, el autor agrega otra: si la frustración es el sentimiento dominante de Eneas, también esto sirve a un propósito pro-augústeo: "Aeneas had had no sustained happiness, little obvious pleasure... The poem can have no happy ending for the hero, because in the 20s B.C. the happiness --sexual and familial-- of dynast was a frightening and divisive topic... Virgil promoted the theme of self-subordination in the ruler, contrary to reality, as a good propagandist" (172-3). El mismo esquema alegórico, de correspondencias históricas, es aplicado en los capítulos dedicados a interpretar las Églogas y las Geórgicas.

La obra de Virgilio, de acuerdo con la perspectiva de P. y sus conclusiones, fue diseñada para responder a los inconvenientes y puntos oscuros de la reputación de Augusto: en las Églogas, Octaviano es introducido como un dios que soluciona un problema contemporáneo: la distribución de tierra a los veteranos y la consiguiente expropiación (que él mismo había provocado). El entusiasta elogio de la agricultura italiana en las Geórgicas es una respuesta al urgente problema de las hambrunas desatadas por la prolongada guerra con Sexto Pompeyo (y como consecuencia de las confiscaciones decretadas por Octaviano). Virgilio, en la interpretación de P., "resembles a lawyer for the defence... It is not that the reputation of Aeneas has always been elevated by Virgil to match the high achievements of Octavian-Augustus: rather, Aeneas has in some respects been reduced, to match and exculpate the embarrassments of Octavian" (285-6).

Augustan Culture, de K. Galinsky, especialmente por su análisis de la persistente asociación Octaviano-Neptuno y su interpretación del primer símil de la Eneida, y Darkness Visible: A Study of Vergil's Aeneid, de W. R. Johson, por sus útiles observaciones sobre el método alegórico en la interpretación de Virgilio, junto con el esencial A Companion to the Study of Virgil de N. Horsfall, son las omisiones más importantes de la bibliografía de P.

Si toda lectura alegórica obedece a un mecanismo, no menos cierto es que una obra con la complejidad característica de la poesía de Virgilio no siempre encaja en un mecanismo interpretativo semejante. Es notorio que los análisis de P. no se refieran más que vagamente a los seis últimos libros de la Eneida, los de la implantación efectiva del linaje de Eneas en Italia, y que no se haga referencia a la tradición según la cual Virgilio había decidido quemar su obra inconclusa, mientras, de un modo polémico y, a mi juicio, no válido, P. elabora una compleja interpretación de las razones "psicológicas" de Virgilio para apoyar a Octaviano, basándose en otra vertiente de aquella misma tradición: la de su homosexualidad.

Efectivamente, la lectura alegórica tiene límites inherentes a su misma formulación. Uno, metodológico, se vincula con las fuentes: cuando no se dispone de evidencia documental que permita establecer el nexo alegórico, se corre el riesgo de forzar la interpretación del material disponible. P., que correctamente enfatiza la importancia de las fuentes prosísticas para una comprensión más adecuada del contexto histórico de Virgilio, no puede evitar aquel peligro, particularmente al intentar explicar la subordinación del poeta a la propaganda de un "war-lord" como Octaviano: "Since Virgil had an intense sensibility towards the beauty of young men, and Octavian himself was a young man of very attractive looks who was glad to have them acknowledged, may a study of the personal in Virgil lead us back into the political? Did he, like his character Tityrus, find Octavian's face unforgettable, with consequences for his work? ... It would be irresponsible not to entertain the possibility that for Virgil part of the reason for his political partisanship was he found Octavian gorgeous" (288).

Defender, por otra parte, la validez de nuestros argumentos es parte de la estrategia persuasiva de toda interpretación. P. reiteradamente considera que críticos de la talla de Putnam, Thomas o Williams han negado intenciones políticas en Virgilio inducidos por sus propios ideales políticos y concepciones sobre la autonomía de la literatura antes que por evidencia filológica e histórica. Sin embargo, si Virgilio entendió la política de su tiempo a partir de las premisas de su tiempo, cómo podríamos entender hoy a Virgilio, sino dentro de la lógica y los límites de nuestra propia época? Si efectivamente el poeta defendió la causa de Octaviano, por qué no defender la "causa" de un Virgilio no augústeo, si tal postura es coherente con los textos? Ninguna interpretación puede rebasar el horizonte ideológico e histórico que la hace posible: el mismo P. recurre en numerosas ocasiones a analogías con situaciones políticas y personajes contemporáneos (la Rusia stalinista, Churchill, España durante la guerra civil). La suma de perspectivas y métodos distantes y opuestos enriquecen la vasta y laberíntica historia de lecturas de Virgilio, estimulan nuevos acercamientos a su poesía.

Determinar si el poeta romano realmente batalló por la instauración de la monarquía hereditaria en Roma o fue la voz de los vencidos, si contribuyó a extender el imperium sine fine o socavó las ambiciones propagandísticas de Augusto, es menos importante que el hecho de que sigamos leyendo a Virgilio y que su poesía siga generando interpretaciones tan dispares y contrapuestas.

Table of contents


Acknowledgements and Prefatory Note (ix)
Chronology (xi)


Part 1: Studying Virgil and the established partisan: the Aeneid
1. Studying Virgil: several types of circularity-and an escape (3)
2. The theft of pietas (31)
3. Recovering Sicily (87)
4. The peopling of the underworld: Aeneid 6.608-27 (133)
5. Aeneas, sex and misery (149)


Part 2: Partisan in the making: the Eclogues and Georgics
6. The Eclogues (181)
7. The Georgics: the fate of the Muses (227)
8. Conclusion (283)
9. Bibliography (291)
10. Index (301)

Notes:

1. Comparetti, D., Virgilio nel Medioevo (primera edición: Pisa, 1872), P. Courcelle, Lecteurs paiens et lecteurs chrétiens de L'Énéide, París, 1984 (dos volúmenes); Ziolkowski, T., Virgil and the Moderns, Princeton, 1993.

2. "To use an image which Virgil and his model Hesiod might have recognized, we must put the hawk of history back among the doves of literature" (5).

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